Adoración al sol en la sala de turbinas de la Tate Modern

La tarde caía en las orillas del Támesis. Había sido uno de esos raros días luminosos del otoño londinense pero unos gordos nubarrones cargados de lluvia empezaron a surgir estratégicamente. El sol se escondió asustado y en unos minutos cayó la noche sin avisar. Me hallaba a las puertas (cerradas porque era domingo) de la Tate Modern, la enorme central eléctrica reconvertida en exitoso museo de arte contemporáneo. Y hete aquí que entre los barrotes en la antigua sala de turbinas diviso un gigantesco disco amarillo en el interior ¡Un sol dentro del museo, con la falta que nos hace fuera en esta gris ciudad! El misterio fue desvelado posteriormente cuando fui amablemente invitada a la presentación de The Weather Project, una inquietante instalación del artista danés de origen islandés Olafur Eliasson en la que, según sus propias palabras, intenta reflejar la obsesión humana por el tiempo. Eliasson ha transformado totalmente la sala de turbinas, un inmenso espacio de 155 metros de altura que ahora está dominado por el totémico sol formado por 200 lámparas de sodio y una suave bruma que transportan al visitante a un extraño atardecer digno de la película Blade Runner de Ridley Scott. La sensación de irrealidad se ve acentuada al mirar al lejano techo, donde Eliasson ha colocado un inmenso espejo de textura acuática formado por 300 paneles en el que los visitantes ven sus propias figuras invertidas reflejadas nadando como minúsculos peces perdidos en la nada.

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